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miércoles, 2 de enero de 2013

CUENTO DE NAVIDAD: "SEGUNDAS OPORTUNIDADES".

Se que parece que he tenido el blog un poco abandonado... pero ojito!!  no lo creáis...jejeje... en todo momento esta en mi mente retomar la novela, pero estos días de Navidad han sido pero que muy muy ajetreados..... Bueno, dicho esto quiero compartir aquí también , aunque este relato ya lo publique en Mi Lugar para el reto de Navidad que llevaba a cabo de la mano del blog Acompañame, porque como dije al principio , este blog es a excepción de algunos casos, únicamente para mis relatos y mis publicaciones, y siendo así, quiero que este cuento de Navidad también tenga su lugar en la web. Así que sin mas, aquí os lo dejo. Espero que os guste. Y Feliz Año a todos!!



SEGUNDAS OPORTUNIDADES



Finos copos de nieve se deslizaban y se posaban unos sobre otros. Rodeado de nieve se encontraba, sintiendo tanto frío que sus dedos había dejado de notarlos hacia ya bastante tiempo, y le parecían ahora pequeños carámbanos congelados. Sus ropas ajadas no le servían de protección frente a las bajas temperaturas, y acurrucado en un rincón, luchaba por mantener el calor en el interior de su cuerpo, que pugnaba por escapar. Si no conseguía refugiarse en algún lugar cerrado, por la mañana lo encontrarían muerto, seguramente congelado como un gorrión. Había cambiado de sitio varias veces en las últimas horas y los transeúntes que iban arriba y abajo por la calle, enfundados hasta las orejas en sus calientes y gruesos abrigos , realizando las últimas compras de Navidad, ni siquiera reparaban en su presencia. Parecían considerarle parte del ornamento de la calle, un elemento más. Ninguna consideración. Nada.

De pronto, unos pequeños pies embutidos en unas botas, se detuvieron a su altura. No llegaba a imaginar qué o cúal , sería el motivo de tan extraño proceder. Puede que estuviera molestando y lo quisieran fueran de allí, del húmedo y estrecho portal  en dónde se hallaba sentado...

- No tiene frío?... Qué pregunta más tonta.... ¡¡ Pues claro que tiene frío!!  Mírese... Está congelado....- una voz dulce y suave parecía dirigirse directamente a él-.

Ëric levantó su mirada entornando los ojos hacia aquella voz, y le sorprendió lo que encontró. Una mujer joven y bonita, más joven que él mismo, que parecía mayor debido a su atuendo, la suciedad y las malas experiencias, le estaba mirando, esperando su respuesta.

- Señorita, si le molesto.....- empezó a decir-.
- No!!  Por favor, no es eso.....No tiene a dónde ir? Quizá un albergue? ¿Un comedor social?
- No. - le contestó Eric, sin dar más explicaciones-.
- Está bien.... Entiendo. - ella pareció pensar un momento y le dijo:- Tiene hambre? Vamos levántese y venga conmigo.. Comeremos algo. Conozco una cafetería cerca de aquí, dónde.... bueno, no nos impedirán la entrada... Conozco al dueño!!

Eric se quedó anonadado bajo la barba sucia que lucía, y bajo las capas de ropa mugrienta que vestían el cuerpo de un hombre maltrecho por la vida y sin suerte. En un primer momento, dudó si debía decirle que lo dejara morir en paz, pero un segundo después su instinto de supervivencia tomó el control y lentamente, empezó a levantarse para seguirla.

- Porqué...? ¿ Porqué hace esto?- quiso saber- Su voz brotaba ronca, más de lo habitual en él, a causa del frío, la humedad y el cansancio.
- Porque es Navidad... No voy a dejar que muera de frío en una noche como la de hoy..... Y no hay más que discutir!!  Sígame!!

Y con Eric siguiéndola de cerca, lentamente se dirigieron a la cercana cafetería.

                                                     ****

- Qué va a ser?- preguntó el camarero sin inflexiones en la voz-.
- Para mi un café con leche, y para .... ¿Cómo se llama?
- Eric, me llamo Eric... Boss- susurró él-.
- Bien , Sr. Boss.... qué le apetece tomar?

Eric, que trataba de recobrarse del frío en el caliente interior de la cafetería, no era ajeno a las miradas encontradas de algunos de los demás clientes.... Y se sintió fuera de lugar.

- Perdóneme señorita... Pero creo que yo no debería estar aquí... Le agradezco su intención , pero no creo necesario que se sienta obligada a soportar mi compañía.....
- Laura. Mi nombre es Laura.- dijo ella ofreciéndole su  blanca mano para que se la estrechara- Y nadie me obliga a nada. No se preocupe.... Pronto dejaran de mirarnos... Sólo ignórelos.
- Verá.... -dudó Eric- No sé que pretende con esto, pero no quiero ser su buena acción del día. Así que ... será mejor que me vaya por dónde he venido. 

Ella frunció el ceño , mostrando su desacuerdo y no dudó cuando habló.

- Por favor- le dijo- Siéntese y coma. Usted no es mi buena obra del día. Es alguien que necesita que lo ayuden, y eso es lo que pienso hacer. No puedo pasar de largo , ignorando su situación... Por favor.- y sin dudas continuó-: - Llámame tonta e ilusa, piense lo que quiera de mí, pero mi única intención es ayudarle. No soy insensible al sufrimiento y no puedo dejarle como estaba y dejar que se muera de frío.... Puede que no me crea, pero eso es todo....

Eric guardó silencio un momento, pensando en la información que la mujer acababa de ofrecerle. Estaba confuso y no podía creer que por una vez, la suerte le fuera propícia , y un alma caritativa, de entre todas las que circulaban por la calle, se hubiera detenido a ayudarle. Hacía mucho tiempo que había dejado de creer en la buena fe de la gente. Y le costaba creerlo. Vaya si le costaba! Se sentó de nuevo haciendo acopio de fuerzas y dijo:

- Cualquier cosa estará bien.... Gracias.

Laura miró al camarero, que seguía observando la escena sin decir ni una sola palabra y ordenó de nuevo. 

- Por favor, Jake, traenos el especial, pan con mantequilla y un batido para el señor Boss, y para mí , el café con leche estará bien..... Que sabor le gusta más?

- Elíjalo usted.... Cualquiera me vale.
- Que sea de chocolate entonces.... Seguro? - dijo mirándolo a él. Al ver que no respondía, dijo:- Sí, de chocolate. Es mi preferido. Espero que le guste. Están muy ricos. Es todo de momento, Jake.... Gracias.

Cuando el camarero  apareció un momento después con parte del pedido, Eric comenzó a comer con ansiedad, olvidando sus buenos modales, que en la calle le servían de bien poco y su vergüenza, que tampoco le era de mucha utilidad. Comieron en silencio y al cabo de otro tanto, llegó el especial a su mesa. En todo ese tiempo no  cruzaron ni una sola palabra. Laura se limitaba a dar pequeños sorbos de su café y a mirarlo sonriente, feliz al comprobar el apetito que Eric tenía... Ninguno de los dos , se acordó de las miradas extrañadas de los demás ocupantes del acogedor  café...

                                                               *****

Cuando hubo terminado de cenar, Eric se limpió la cara con la manga de su ajada chaqueta. 

-Perdón, es la costumbre. A veces olvido mis modales....- dijo a modo de disculpa-
-No se preocupe.. Lo entiendo.

Se quedaron mirándose el uno al otro por un instante sin saber qué decir.

- Le agradezco mucho lo que ha hecho por mí.- dijo Eric, rompiendo el silencio.
-No tiene nada que agradecer, de verdad. No entiendo como la gente puede pasar de largo ante una situación como la suya.... 
- No creería lo que la gente puede llegar a hacer y decir...- le rebatió él-.
- Lo sé. Debe ser muy duro vivir en la calle. Puedo preguntar...
- ... cómo llegué ahí?- acabó él-.
-Sí, si no le importa mi curiosidad.
-No me importa, pero es una historia demasiado larga.

Laura parecía observarlo con atención. Su barba oscura, sus sucias ropas, sus manos mugrientas enfundadas en un  par de guantes con los dedos cortados.. Era un mendigo, y parecía estar sopesando una decisión.

- Tiene a dónde ir?- le preguntó-
- No, si lo hubiera tenido no hubiera estado donde estaba... no le parece?
- Tiene razón, perdóneme.
- No hay nada que perdonar. Y por favor, no me trate de usted, llámeme por mi nombre, Eric. Me hace sentir mas viejo de lo que ya me siento.
- Está bien, Eric.- continuó- Esta noche puede quedarse en mi casa, mañana veremos que hacer.

Aquello lo sorprendió muchísimo, tanto que casi lo dejó sin habla.

- No tiene miedo de mí? De qué pueda....? Quiero decir, soy  un extraño- obviamente- Podría ser un psicópata y usted no tiene manera de saberlo. No debería meter extraños en su casa.... 
- No me hables de usted tampoco. Fuiste tú quién quiso que lo tuteara... Llámame Laura, y sí, sé lo que quieres decir y puede ser.... Pero estoy segura de que no me harás daño, así que creo que puedo confiar en tí. Espero no equivocarme. Ni siquiera querías quedarte....
- Pero, el que no quisiera quedarme no significa que sea de fiar... No sabes quien soy, ni a quién estás invitando a entrar en tu casa... - insistió Eric-
- No, que no quisieras quedarte no significa que pueda confiar en ti.... Pero ésta conversación , sí.

                                                            *******

Con la decisión tomada para bien o para mal, Laura seguida de Eric, se encaminó a su casa, apretada en su abrigo de paño negro y sumergida en su bufanda de lana, su gorrito y sus guantes suaves. Sabía que hacía lo correcto, pero también sabía que sería el blanco de murmuraciones que poco le importaban..... ¡¡Que diría su madre si lo supiera!!  No quería ni pensarlo.

                                                          ********

Veinte minutos más tarde y casi sin cruzar una palabra, llegaron a casa. Laura abrió la puerta y lo invitó a pasar dentro. Eric la siguió dubitativo, sin saber lo qué esperar. Hacía mucho tiempo que no pisaba el suelo de un verdadero hogar, aunque no fuese el suyo.  Una de las primeras cosas que vió fue un pequeño arbolito de Navidad, adornado con brillantes y alegres bolitas, doradas estrellas y rojas y pequeñas botas... Un símbolo de todo en cuánto él, ya no creía. 

- Bien...- empezó a decir Laura- Supongo que te gustaría asearte un poco..... Creo que tengo ropa de mi hermano que podrá servirte... Espera un momento, ahora vuelvo.

Y lo dejó allí, en medio del saloncito, incómodo y sin saber siquiera si sentarse, por miedo a ensuciar su precioso sofá o quedarse de pie. Optó por lo segundo. Al cabo de un momento, Laura apareció de nuevo con ropa en las manos y se la tendió para que la cogiera.

- Toma... Ésto es lo que tengo. No puedo ofrecerte nada más. Lo siento. Hay algo de ropa de Frank en el armario, pero no tengo zapatos, aunque no sé si los suyos te servirían.... -dudó- A veces se deja algo de ropa cuando viene a visitarme. No creo que le importe si te la presto.
- No te preocupes. No necesito nada más. Con esto es suficiente. Gracias- le agradeció Eric casi sin levantar la vista del suelo- Porqué? - soltó de pronto-.
-Porqué, qué?- quiso saber ella-
-Ya sabes, porqué lo haces?
-Ya te lo he dicho.... Es Navidad, y no creo que nadie merezca vivir en la calle y más con este frío  y esta nieve.... És lo menos que puedo hacer. No te preocupes.- y continuó hablando como si hablase para ella- La vida en la calle no debe ser fácil.... Y me parece que todos deberíamos hacer lo que podamos cuando vemos que alguien lo esta pasando mal. Mal no, peor. Dejémoslo, vale? Ya te he dicho que no tienes nada de qué preocuparte. Mañana hablaremos y veremos que podemos hacer. Mientras tanto, tómate una ducha y aséate. Luego nos iremos a dormir, que nos vendrá bien a los dos.

Y con una sonrisa le indicó dónde estaba el baño y lo dejó solo mientras ella hacía otro tanto en su habitación, y se ponía además a buscar una manta y una almohada para que su invitado sorpresa pasara la noche.

                                                          *********

Cuando se hubo duchado y aseado, Eric se sintió un hombre renovado. No se había afeitado, la barba le picaba pero se conformaba con la tremenda suerte que había tenido y aún no podía creerse... Sí, le daba vueltas a todo y era imposible creer que todavía quedara buena gente en el mundo y él hubiera tenido la fortuna de encontrarse con una de esas personas... Casi le parecía un milagro. Aunque hacía ya tiempo que no creía en los milagros.... Salió vestido ya, con una camiseta de algodón gris y unos pantalones de chándal azules, descalzo y con el pelo húmedo todavía, peinado hacia atrás. La cena y la ducha lo habían rejuvenecido. Volvía a tener treinta y cinco años, no cincuenta y cinco que solía aparentar. Era increíble lo que podía lograr un buen baño y tener el estómago lleno. En ése momento , Laura que parecía haberle oído, salió con una blanca almohada y una manta de cuadros que le tendió para que cogiera. 

- Bueno.. pareces otra persona, sin querer ofenderte- sonrió satisfecha- Puedes dormir en el sofá esta noche. 
- Gracias otra vez- Eric sonrió y cogió lo que le ofrecía- El sofá tiene pinta de ser muy cómodo. Mucho mejor que el suelo- volvió a sonreir con la mirada azul brillante y formándose pequeñas arruguitas alrededor de sus ojos-
- Vaya, vaya... Al fin sonríes. - Laura cruzó los brazos sobre su pecho- Me alegro mucho de saber que estás más tranquilo. Pensaba que no confiabas en mí.
- No es que no .... - suspiró-. La calle te vuelve desconfiado. Si no desconfías , no sobrevives. - Y continuó hablando un poco sorprendido- De todos modos, eres tú la que no debería confiar en un extraño... Ya te lo dije, puede ser peligroso.

Laura suspiró cansada y se dió media vuelta sin decir nada más. Y cuando parecía que iba a entrar de nuevo en la habitación, giró la cabeza balanceando su oscura cabellera y le dijo:

- No me preguntes porqué, pero sé que puedo confiar en tí. Sé que no me harás daño. Pareces buena persona. Una buena persona con mala suerte . Mañana hablaremos sobre lo qué podemos hacer y las opciones que tenemos. Ahora me voy a la cama- sus ojos oscuros brillaban con una sonrisa escondida. Estoy cansada. 
- Tenemos?- repitió Eric- Qué quieres decir con  "tenemos"?
- Esta noche has cenado, te has duchado, te has cambiado la ropa y tienes un sitio caliente donde dormir... Quieres volver a la calle mañana? No, creo que no, ¿verdad?

Eric no respondió. Sólo se quedó mirándola con ojos atentos y mirada agradecida.

- Eso creía yo..... Mañana. 

Y con ésto abrió la puerta del dormitorio y desapareció en el interior, dejándolo para que él también pudiera descansar .

                                                    *********

A la mañana siguiente, el sueño reparador sumado a la cena y a la ducha había obrado un verdadero milagro. Cuando Laura se encontró con Eric en el salón, esperándola sin saber qué hacer, se encontró con un hombre joven , aún  con barba, con el pelo oscuro alboratado de dormir, la mirada azul limpia y con un brillo de esperanza en los ojos , que había empezado a anidar en él, aún sin saberlo. Desayunaron casi en silencio, entre sonrisas escondidas, y cuando terminaron, conversaron acerca de la situación de Eric. Él no podía creer que hubiera comido dos veces en menos de diez horas..... Era sorprendente. 
Laura le ofreció la posibilidad de buscar un trabajo e incluso de prestarle algo de dinero para que pudiera vivir mientras  tanto, pero Eric se negó a aceptarlo. Estuvo de acuerdo en que sería  estupendo encontrar un empleo, pero no quiso aceptar el dinero . Frente a ésto, Laura le ofreció quedarse con ella unos días más, y se negó en rotundo a que Eric desechara también esa opción. Así que hablaron y hablaron, discutieron todo, y sin darse cuenta transcurrió media mañana, y Eric no tuvo más remedio que acabar aceptando la ayuda que Laura le ofrecía. Acordaron que empezarían por el empleo y luego buscarían un alojamiento que Eric pudiera pagar de su sueldo. Y así sin más, empezó la búsqueda de las segundas oportunidades.
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La vida fué extraña durante aquellos días. Habían transcurrido apenas tres semanas y Eric había conseguido un empleo de jardinero. Se le daban bien las plantas. Las cuidaba con esmero y mimo , y parecía entender las necesidades que cada una tenía. Le gustaba  su trabajo, y su sueldo, aunque no muy elevado, le permitía vivir sin apuro. Aquello sí podía llamarlo milagro. Había empezado a creer. A creer de nuevo, en la fé, en la suerte, en las buenas personas, Laura se lo había demostrado y también en el amor. Sí , en el amor. También Laura era la responsable de ello. En las últimas semanas, habían pasado de ser dos completos extraños, a mantener conversaciones cómplices y confiadas, entre miradas alegres y sonrisas iluminadas. No creía que ella sintiera lo mismo que él. Ni siquiera se planteaba la posibilidad. Pero no podía evitar lo que había empezado a sentir. Y no pensaba decírselo a ella. No. Era imposible. No quería asustarla y que pensase lo peor de él. Se merecia su respeto más que cualquier otra persona. Se lo guardaría para si mismo, y seguirían siendo buenos amigos. Porque después de lo que Laura había hecho por él, éso era lo que eran, buenos amigos. Nada más. Aunque se muriera de ganas de acariciar su pelo, aunque se muriera de ganas de abrazarla fuerte, aunque su pecho se expandiera, cada vez que ella entraba en una habitación... Aunque su ansiedad por besarla fuera tan grande, como la soledad que había dejado atrás. Porque ya no estaba solo. Ni muerto de hambre y de frío. Ahora la tenia a ella, de un modo u otro, sabía que podía contar con ella. Ella era su sol, su esperanza, su impulso. Ella, que se había parado frente a él, sucio mendigo del que todos se apartaban, y le había ofrecido su ayuda y su amistad, para encontrar un nuevo camino. Ella era su milagro de Navidad. Casi no podía creer en su suerte.

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Laura no sabía cómo se seníia. Eric había conseguido un empleo y había llegado el momento de buscar un nuevo alojamiento. Pero ése era el problema. Qué no sabía si quería que Eric se fuera. Sí, parecía increíble y fuera de lugar.  Hasta hacía apenas tres semanas, era un desconocido, un mendigo de la calle, alguien a quién había ofrecido su ayuda. Había pasado de ser una acción solidaria, a un amigo, y de un amigo, a un compañero, en un instante tan rápido, que casi no se había ni dado cuenta. Hasta ahora. No sabía cómo, Eric había ido avanzando poco a poco, ganándose su confianza primero,  su respeto después, cuando le contó cómo había llegado a vivir en la calle, entre cartones y bolsas, y su cariño hacia él , había ido creciendo y creciendo, a lo largo de los días, hasta alcanzar cotas inimaginables para ella. Lo amaba, pero no iba a decírselo. No quería que pensara lo peor de ella. Que creyera que quería cobrarle el favor. Se sentia confusa, pero al mismo tiempo, no podía ignorar lo que sentia. Nunca se había sentido así. Eric era un hombre guapo, aunque la primera vez que lo vió, acurrucado en el portal, hubiera jurado que tenía veinte años más, de los que en realidad contaba. Ahora, con el paso de los días, su barba había desparecido, dejando tras ella, la imagen de un hombre joven, atractivo, de mirada azul y limpia, boca llena y labios sugerentes, y dispuesto a empezar de nuevo. Pero sin ella. Le dolía sólo pensarlo. Pensar el modo en que lo había conocido.... Las vueltas de la vida eran un pozo de sorpresas inesperadas. 

                                           *********

Y llegó el día de las despedidas. De momento, Eric iba a quedarse en una pensión bastante acogedora, aunque no tanto como el apartamenteo de Laura. Alli se sentía como en casa. Había sido su primer hogar después de vivir casi tres años en la calle, dando tumbos de un lugar a otro, sin trabajo y sin futuro. Hasta que la conoció a ella. Su milagro. Así es como la llamaba y como la llamaría siempre. 

Casi no llevaba equipaje. En una bolsa de deporte, había puesto sus escasas pertenencias, casi todas las cuales, incluyendo su futuro y sus nuevas esperanzas, se las había regalado ella. Ella. Su ángel. Su milagro de Navidad. 

- Bien- se acercó a Laura dubitativo.- No sé cómo agradecerte todo lo que has hecho por mí.... Siempre te estaré agradecido.
- No tienes que darme las gracias Eric. Ya lo sabes..... - susurró Laura. Lo hubiera hecho por cualquiera.

"Aunque sólo te quiero a ti"- pensó ella triste.

- Laura , yo.... - Eric se calló, a tiempo de guardar su secreto- 
- Qué?
- Yo... nada. Lo siento.- mirándola a los ojos y hablándole con la mirada, contando todo aquello que sus labios callaban-
- No hay nada que sentir. Espero que te vaya muy bien. Suerte!!- susurró, fingiendo una alegría que distaba mucho de sentir- Y espero que te acuerdes de llamarme, o venir  a visitarme... y contarme qué tal te va.... Y si necesitas algo , ya sabes donde encontrarme...

Él la miró agradecido, con tanto amor en su mirada que por un instante, a Laura se le calentó el corazón. Lentamente, se agachó hacia su cara y con lentitud, depositó un suave beso en su mejilla. "Cuídate"- le dijo al oído, como un soplo de aire. Y pasó por su lado, dirigiéndose hacia la puerta, con pasos decididos y firmes, aparentando una seguridad que no sentia, en busca de su camino.

Laura se dió la vuelta antes de que Eric alcanzara la puerta, y exclamó sin poder contenerse:

- Eric , quédate!!!- y lo miró asustada, anhelante, esperando su reacción. - Quédate... conmigo... si quieres....

Eric dejó caer la bolsa que sujetaba en la mano, y avanzó hacia Laura con esperanzas renovadas y el corazón expandido. Y sin pensarlo ni un minuto más, alcanzó sus labios invitadores y la besó con infinita ternura.... 
Había encontrado su camino. Ella era su camino. Su ángel. Su milagro de Navidad.


FIN.