A la mañana siguiente el día amaneció encapotado y gris, con un cielo amenazante de lluvia que no presagiaba nada prometedor. Después de realizar sus rutinas habituales y tras varios intentos, logro capturar a su inesperado invitado de la noche anterior para llevarlo a la consulta del veterinario. El pequeño se mostró sumiso y miedoso mientras lo manipulaban y le realizaban la revisión pertinente, y tras comprobar que estaba mas sano que un pez, por ultimo le pasaron el escaner que dio como resultado que no estaba registrado ni llevaba ningún chip identificador. Con esto, Anna no dudo un segundo y decidió que el gatito, que había bautizado con el nombre de Gus, ya había encontrado un nuevo hogar. Tras recetarle la medicacion que necesitaba para desparasitarlo externa e internamente, el veterinario le dio cita para colocarle el nuevo chip que lo identificaria a el y a su nueva dueña. Regresaron a casa y por el camino , Anna se detuvo en una tienda para mascotas a comprar un cestillo , pienso para gatos , un arenero y arena para que pudiera hacer sus cositas sin que ensuciara la casa. Anna sabia por experiencia, no era la primera vez que tenia un gato, que no tardaria en aprender a no ensuciar, porque los gatos acudían al arenero casi por instinto.
Después de dejar a Gus en casa ya mas tranquilo , de disponer todo lo que había comprado y de darle de comer, se marcho de nuevo a la biblioteca. Llegaba con retraso pero eso no iba a ser un problema que no pudiera justificar... Pasó la mañana entre papeles, ordenando entradas, registrando nuevas y valiosas adquisiciones y supervisando el trabajo que Olivia y Susana habían realizado. Ambas trabajaban en la biblioteca a tiempo completo y eran muy eficientes en su trabajo, aunque obviamente Anna tenia el deber de supervisar cualquier error que pudiera cometerse y tratar de evitarlo o corregirlo si fuera el caso... Al fin y al cabo, aunque fuera consciente de la valia de ambas, nunca estaba de mas un poco de supervision... Asi habian logrado que la organizacion de la biblioteca fuera mas que excelente y todo funcionase a la perfeccion, como un maquinaria bien engrasada.
Cuando llegó la hora de la comida no le apetecía tener que salir pero se percato que había olvidado su comida sobre la encimera de la cocina, y no le quedo otro remedio que salir al restaurante que quedaba unos edificios mas abajo de la biblioteca en busca de su bien merecido almuerzo. Lo pidió para llevar y se lo tomo en su despacho tranquilamente y sin interrupciones indeseadas, puesto que el resto de las empleadas salían a comer y regresaban tres horas mas tarde, para el horario de las tardes. El resto de la jornada transcurrió sin sobresaltos, recibió un par de llamadas, una de unas restauraciones que se estaban practicando a un par de ejemplares antiguos recientemente adquiridos y la otra de una editorial ofertando algunas novedades que seria interesante añadir a la ya dilatada colección de la biblioteca y que mas tarde estudiaría. La hora del cierre llego y los usuarios que estaban haciendo uso de las instalaciones se fueron como habían llegado, en silencio pero con un par de libros mas en su poder, libros que evidentemente serian devueltos una vez leídos o estudiados unos cuantos días mas tarde. Olivia y Susana terminaron su jornada laboral y habiendo cumplido su deber , también se marcharon, dejándola sola como de costumbre. En la inmensidad del edificio Anna podía sentir el peso de años de historia e ilustración. Lo sentía como algo majestuoso y casi sagrado. Digno de respeto , y no comprendia como para mucha gente era solo una oscura biblioteca llena de libros viejos y polvorientos , que tarde o temprano serian pasto del olvido y del paso del tiempo.
En la tranquilidad que le brindaba la soledad , se dedico a estudiar un manuscrito que dos días atrás había llegado a sus manos con un origen no demasiado claro. Un buen amigo y conocido suyo se lo había hecho llegar mediante transporte de mercancías frágiles desde Lion, pero a su vez el manuscrito había llegado a manos de este por un remitente anónimo." Un legado", le había dicho Jean Paul. " Tu sabrás que hacer con el. Estudialo y dime de que crees que se trata" le había pedido como favor personal. Conocía a Jean Paul de sus años de universidad. En ese tiempo había viajado a Lion en un viaje de estudios y lo había conocido en una cafetería. Casualidades de la vida, coincidencias del destino, habían descubierto su común afición a los libros y aunque cursaban carreras universitarias distintas, ella en tercer curso de Filología, y el , su doctorado en Historia de la Literatura, su amistad había perdurado. Anna regreso a Madrid y Jean Paul se quedo en Lion, pero mantenían una fluida correspondencia por email y de vez en cuando también tradicional. Jean Paul era amante de las cartas escritas a mano y Anna en pleitesía a su amistad , lo sorprendía de vez en cuando con una extensa carta en donde le relataba los pormenores de su trabajo, después de graduarse, y le contaba las pocas o ninguna novedad que ocurrían en su día a día. Se conocían desde hacia mucho tiempo y de vez en cuando , si el trabajo lo permitia, se daban la licencia de visitarse mutuamente y de disfrutar de unos días del placer de su compañía, para debatir sobre antiguos manuscritos y tratados, novedades literarias o incluso el ultimo libro que habían leído. Su relación de amistad era fluida y de confianza, lastima que mediaran la distancia y las obligaciones de sus respectivos empleos que en muchas ocasiones eran la causa directa de que las visitas fueran mucho mas espaciadas en el tiempo.
No sabia que era lo que tenia entre manos. Parecía un escrito del siglo XVI aunque para asegurarse tendría que ponerse en contacto con un experto que pudiera datarlo sin errores. Lo observo detenidamente , estudiando sus detalles, su mermado borde descolorido por el inexorable paso del tiempo, sus trazos, las finas lineas que indicaban la antigüedad del papel .... y finalmente decidió que hasta que no supiera con certeza el año del que databa, no podría ponerse a investigar el origen del manuscrito ni el contenido del mismo. Lo envolvió con la protección opaca que había retirado para estudiarlo y lo guardo bajo llave en uno de los cajones de su escritorio. Había llegado la hora de marcharse a casa. Gus estaría esperándola. Ese pensamiento le alegro el corazón. La idea de no estar sola y tener a alguien esperándola cuando volviera , aunque fuera un gato, la conmovió. Era tranquilizador.
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