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sábado, 1 de diciembre de 2012

CAPITULO II.



La mujer estaba empezando a volver en sí.... En cuanto abriera los ojos no reconocería donde estaba.... Estaban en el lugar en donde descansaba durante el día, su casa,  si se le podía llamar así.... Daniel iba a estar muy enfadado y alterado cuando se enterara de lo sucedido. Pero eso habría de esperar hasta el día siguiente.... Ahora tenía que encargarse de resolver el problema que ella representaba para los que eran como él. Tenía que resolverlo de un modo u otro.... Si aquel desquiciado no hubiera intentado alimentarse de ella de un modo tan brutal,  él no estaría metido en aquel asunto... No había podido permitir que la asesinaran delante de sus ojos, no sin intervenir... Era lo único que le quedaba de humanidad en su corrompida alma. No era bondad, ni lástima, el también se alimentaba casi cada noche. Era puro egoísmo... El egoísmo de saber que podía conservar parte de su humanidad perdida si no asesinaba cuando se alimentaba. El egoísmo de creerse mejor de lo que era. Pero en el fondo, el sabía muy bien lo que era. Era algo que nunca debería haber existido. Algo que los humanos creían leyendas para noches alrededor de una fogata, era superstición en remotas aldeas unidas al pasado de los suyos, era literatura macabra, la invención de un lúgubre escritor  irlandés.... Era una criatura malévola y maldita. 
Mientras se repetía a si mismo esa letanía  en su mente se abría paso la oscuridad que albergaba su alma, sintió el hambre crecer en sus entrañas... un anhelo irresistible que había aprendido a resistir.... al menos por un determinado periodo de tiempo.. No se engañaba, sabía que tenía que salir de nuevo para alimentarse, sino lo hacía pronto la sed se abriría camino como una lengua de fuego que lo arrasaría todo, incluso su cordura... Por ese motivo, nunca esperaba estar demasiado sediento.... Si esperaba demasiado no sería capaz de parar antes de matar a su víctima... Y no quería tener que soportar mas muertes sobre su conciencia, o lo que quedaba de ella. Ya pesaban demasiadas... 

La mujer se removió en el diván en el que la había depositado. Esto lo hizo centrarse y controlar sus anhelos, anhelos que tendrían que esperar un poco más.... Puede que pudiera convencerla... No sabía que argumentos adoptar , pero tenía que encontrar la manera de hacerle creer que el tío que había intentado comérsela, era algún psicópata raro, pero humano al fin y al cabo.... No podía permitir que su existencia saliera a la luz... Su supervivencia estaba íntimamente ligada a este hecho. Además, otro punto era , que si no lo lograba , alguien acabaría con la vida de la mujer... No podían dejar vivo a alguien que sabía tanto, había visto tanto y podía divulgarlo... Aunque bien pensado, probablemente la tomasen por una desquiciada... Quien sabe? No podía arriesgarse... Puede que llegados al punto en que llego la situación con Marius, lo mejor hubiese sido dejar que se alimentara de ella... De ese modo ahora no se vería envuelto en semejante dilema...No sabía si arrepentirse de haber intervenido o sentirse mejor, por no haberla dejado morir en manos del salvaje Marius. Aquel sádico disfrutaba con el miedo de sus víctimas. Decía que la sangre sabía mejor, que el miedo era un condimento que afrutaba su sabor... Maldito hijo de perra. Tanta inquina le había costado la vida. Sam no tenia intención de matarlo, pero cuando Marius entraba  en frenesí por la sangre, no existía ser vivo o no muerto que pudiera detenerle manteniendo las buenas formas. Durante el enfrentamiento, Marius había intentado arrancarle la garganta y el le había arrancado la cabeza. Instinto de supervivencia. Era el uno o el otro, aunque bien mirado, a Marius no debía haberle hecho gracia que le hubiera molestado e incautado su cena... Puede que incluso pensase que la quería para el.... No, no era probable.. Marius lo conocía lo suficiente... Todos lo conocían y sabían de sus métodos y sus límites auto impuestos. Alimentarse para no morir, pero sin muerte. Los que eran como el , no lo entendían. Claudia no lo entendía. Siempre lo había instado para que abrazase su oscuridad, su sed como un don, siempre le decía que estaban por encima del bien y del mal, de Dios y de los hombres, de la vida y la muerte... Asesinar sin remordimientos.. Alimentarse de la vida de otro disfrutándolo. Era parte de su don. Pero el no lo había elegido. Cuando Claudia se alimentó de él y le otorgó esta otra vida, de saberlo hubiese preferido morir. Pero ahora era tarde para ello. Era tarde para lamentaciones, tarde para enmendar errores pasados. 
Finalmente la mujer, había recuperado la consciencia. 

 Continuará......


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